Ayer tuve la suerte de poder disfrutar y admirar el espectáculo Vinática de Rocío Molina. Ante un escenario vacío con pocos elementos decorativos Rocío Molina, únicamente entre cambios de vestuarios, es capaz de expresar atmósferas, sentimientos y pasiones en relación al vino. Desde el conocimiento de su arte flamenco, creación y danza incluyendo elementos del mimo, incluso de la danza contemporánea o el baile clásico español, una criatura ágil que irradia luz y compás es capaz de emocionar y despertar los más variados sentimientos al público que la observa. Pocas veces he visto a alguien siendo tan innovador ser tan flamenco.
Rocío interpreta el poema de Preciosa y el Aire:
Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene,
por un anfibio sendero
de cristales y laureles.
El silencio sin estrellas,
huyendo del sonsonete,
cae donde el mar bate y canta
su noche llena de peces.
Sitúa en el escenario lunas de pergaminos iluminadas, baja una de ellas y juega como Preciosa bailando con el aire que despiertan sus movimientos. Compas, velocidad, drama y un trágico final que hace posible que una explosión de posturas, taconeos, giros imposibles y golpes al aire emocionen transmitiendo soledad, adicción, odio, amor y tragedia.
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